viernes, 7 de septiembre de 2012

Capítulo 8: El lago #Bandida



Pasaron varios días con sus noches, y después de aquella noche Kate y Garrett no habían vuelto a hablar, si se cruzaban por las amplias galerías de las cuevas no se atrevían a decirse nada y pasaban de largo. Fueron unos días muy largos para los dos, él estaba relegado a quedarse como guardián, por lo tanto permanecía en las cuevas la mayor parte del tiempo solo. Kate que estaba obligada a quedarse por seguridad, y su única ocupación era cuidar de Maggie cuando no estaba con su padre, algo que era  constante lo que dejaba a Kate tiempo para reflexionar.
En condiciones normales ese tiempo lo habría pasado con Garrett, su mejor amigo, el único, y desde hacía unos tres días algo más.

La duda le atenazaba la garganta, ¿qué diablos había pasado? -se preguntaba, pero ni ella misma era capaz de responder, solamente daba vueltas al mismo momento, una y otra vez sin encontrarle ningún sentido. Solamente  accedía a su recuerdo el tacto de su piel, la sensación cálida que le transmitió, la suave humedad de su lengua dentro de ella…

Garrett le había besado porque lo sentía, porque la deseaba y no controló sus ganas. Había llegado un momento en el que le saltaban chispas en la piel si la tocaba, y pasaba intensas noches sin dormir pensando en ella. Solamente el mero recuerdo de lo que había sentido hacía hormiguear su cuerpo y le producía un atisbo de placer al recordar su mirada tras besarla. Habría jurado que en sus ojos vio la calidez indudable de que ella también se hallaba inflamada por la pasión, pero sólo un segundo después desapareció casi sin darle tiempo a asegurarle de que había sido real y no sólo una alucinación.
Su posición era verdaderamente comprometida, no había besado a una simple muchacha, hija de cualquiera de las familias que vivían en las cuevas fortificadas. Él había besado a Kate, la hija de Dilinger, el sólo imaginar la cara que pondría si se enteraba de que le había besado inflaba de temor el pecho de Garrett. Sin duda, si quería a Kate tanto como él pensaba, en el momento en que su padre cargara hacia él no se amilanaría, cogería fuerzas y lucharía, pero sólo si estaba seguro de que ella sentía lo mismo. Rogó porque así fuera.

Cuando se cumplía el cuarto día tras la fiesta, un grupo de mujeres programó una salida al lago, Kate no se pudo resistir y se apuntó, hacía tiempo que no tenía un momento para respirar y necesitaba urgentemente un relajante baño.
En unas horas una veintena de mujeres salía junto a un puñado de hombres armados como protección, entre ellos se hallaba Garrett, que vestía un sombrero de ala ancha que proyectaba una amplia sombra sobre su cara.
Camino al lago los hombres estaban inquietos, no pensaban que el viaje tuviera peligro, pero era mejor asegurarse. El lago era una de las fuentes imprescindibles sin las que esa población lograría sobrevivir mucho tiempo, era preciso mantenerla en secreto o se agotaría.

Al llegar al lago, las mujeres se acercaron a la orilla, tal vez a lavar ropa o simplemente a beber de él. Kate, que prefería estar en su cala privada, rodeó a la muchedumbre hasta que entró en una zona boscosa, si los hombres eran inteligentes, no la seguirían. Ando durante varios minutos hasta dar con la inmensa roca que siempre le daba la bienvenida, y empezó a desnudarse. Dejó sus botas en el  suelo y su vestido sobre la roca, le sería más fácil ponérselo en caso de oír ruidos.
Lentamente Kate se fue introduciendo en el lago, en aquella cala el agua era un remanso de tranquilidad. Cuando el agua le cubrió las rodillas miró hacia atrás por precaución. Nada, no había nadie, y siguió avanzando.

_____


Garrett vio a una mujer separándose del grupo. ¿A quién se le ocurriría? Pero no le hizo falta una respuesta, era Kate la que se adentraba en la espesura. Miró al resto de hombres que se mantenía a una distancia prudente, y no vio un gesto por parte suya de que hubiera visto a Kate marchar.

-Voy a hacer una ronda por los alrededores –le dijo a Alan. Éste miró de derecha a izquierda.
-De acuerdo, pero no te entretengas, no creo que tardemos mucho en irnos.
Y afirmando con la cabeza dirigió el estribo del caballo hacia la orilla del lago, y bordeándola fue dirigiéndose a la entrada del bosque. Cuando estuvo dentro se apeó del caballo y lo ató a la rama de un árbol, siguió a pie.
Tras unos veinte metros se encontró una roca inmensa, en ella se hallaba un vestido y unas botas. Kate, ¿qué haces?,  pensó Garrett. Cuando se hubo acercado más, utilizó la roca como escondite y se quedó observando el lago.
No había nadie, ni unas burbujas ni nada. Garrett estaba alarmado.
-Pero niña, ¿dónde te has metido?
Y acto seguido surgió una cabellera oscura del agua. Era Kate, de eso estaba seguro.

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