viernes, 21 de septiembre de 2012

Capítulo 10: La huida #Bandida



Se acercó al caballo y lo desató. Con el arma en ristre lo hizo andar unos metros, hasta la gran roca. Se subió al caballo y alargó la mano hacia Kate.
-¿A dónde vamos? ¿No vamos a ayudarles?
-No podemos Kate, Biggs ha aumentado su fuerza, nunca se le hubiera ocurrido atacarnos sin ser más numeroso.
Kate miró hacia la masacre que se estaba produciendo al otro lado del bosque.
-Pero no los podemos dejar asi, ¡hay que ayudarles!
-Kate, tenemos que escapar –le apremió Garrett-, no sé si saben que estamos aquí, pero no pienso quedarme a comprobarlo. ¡Sube!
Kate agarró su mano y subió al caballo.
-Agárrate fuerte, ahora si vamos a hacer ruido.
Las manos de Kate se pusieron en su cintura, mientras ella se acercaba a él, Garrett podía sentir el cuerpo de ella húmedo tras el baño. Con una sensación de calor que partía de sus pies y terminaba en el pelo de su cabeza, espoleó el caballo, el cual avanzó deprisa entre el bosque que les quedaba por delante.

Cuanto más rápido iba el caballo más fuerte se sujetaba Kate y más acercaba su cuerpo húmedo. Garrett sentía una fuerte presión en sus pantalones, si no lograba que Kate disminuyera el abrazo no conseguiría concentrarse en el galope del caballo.
-Kate –dijo, haciéndose oír por encima de los cascos del caballo, llegados a este punto, no importaba el ruido que hicieran, lo que importaba era salir lo más rápido posible.
Cuando Kate le pareció escuchar su nombre de los labios de Garrett y se acercó aún más a él, apretando sus pechos contra su espalda más aún si cabe.
El resto de las palabras murieron en la boca de Garrett antes de salir y Kate pensó que lo había imaginado.

Siguieron cabalgando durante horas, Kate no sabía hacia donde se dirigían, sólo sabía que Garrett conducía el caballo como si conociera esos bosques como la palma de su mano.
Tras pasar de largo por tres claros, giraron a la derecha durante otro par de horas. Kate volvió la cabeza, nadie los seguía. Lo creía imposible, pero su huída no era tan perfecta como cabría desear, las huellas que habían dejado eran como un rastro de miguitas de pan, muy sabroso de seguir.

Cuando menos pensó que pararían, Garrett detuvo el caballo y desmontó, agarró de la cintura a Kate y la dejó en el suelo, con una mano en el estribo condujo al caballo a un frondoso paraje. Kate seguía sus pasos sin que se alejara demasiado, no querría perderse para nada en ése paraje. A unos veinte metros Garrett ató al caballo a una rama, y arrancó unas hojas.
-Quédate aquí y no hagas ruido, vuelvo enseguida.
-No me dejes aquí sola –pidió implorante.
-No tardaré, solamente voy a borrar nuestras huellas.
Y Garrett volvió sobre sus pasos dejando a Kate sola en aquel paraje.
Katherine hubiera apostado a que se encontraban en la zona más frondosa del Bosque Susurrante. El bosque que había aprendido a temer.

Desde pequeña el Bosque Susurrante era sinónimo de muerte, el que no conociera sus caminos no regresaría con vida y su alma se quedaría vagando para siempre en él buscando la salida. A Kate, inteligentemente, jamás se le había ocurrido entrar en el bosque. Su reputación hacía que sólo los más locos decidieran probar suerte, poca gente había logrado atravesarlo y salir vivo para atestiguarlo. Los poco que lo habían conseguido habían salido en un estado mental cuestionable, el Bosque Susurrante siempre se cobraba un precio, algunas veces era tu cordura y otras tu vida.

Según la leyenda  en el Bosque Susurrante vivía el Hada Azul, la más bella de las hadas y la más poderosa. En la antigüedad, un rey muy ambicioso construyó su castillo cerca del bosque con el propósito de crear justas que como premio obtendría jóvenes y fuertes caballeros para que su amada hija se casara.
Sólo aquel que fuera capaz de dar caza al Hada Azul, obtendría a cambio la mano de su querida hija. Pero el ambicioso rey no cayó en la cuenta de cuánto poder poseía el Hada, e incauto, mandó a cientos de hombres a la muerte. Sólo uno de ellos consiguió encontrar al Hada Azul, pero sólo porque a ella le parecía adecuado como esposa de la princesa.  Como ella amaba más su vida que cualquier otra cosa, se cortó los cabellos y se los dio al caballero como prenda para que el ambicioso rey creyera que había encontrado al Hada y le había dado muerte.
El caballero atravesó de vuelta el bosque con los cabellos del Hada Azul y con su espada en ristre proclamando su victoria. El rey casó rápidamente a su hija con aquel caballero, pero no llegó la paz a su corazón. Todas las noches el Hada entraba en sus sueños para atraer al rey hasta el bosque. Una noche, saliendo del castillo sin ser visto, entró en el bosque buscando él mismo al Hada Azul. Ya no se supo nada más de él, y se dice que el Hada tomó como precio de haber dejado que le caballero cruzara su bosque,  la vida del rey.
Y el nombre de Bosque Susurrante deviene de los aullidos de los que entraron en el bosque y sólo encontraron la muerte.

Kate tuvo un escalofrío, a pesar de que ya estaba seca, habían estado cabalgando durante toda la tarde, la oscuridad empezaba a llenarlo todo, el crepúsculo llegaba. Garrett no volvía y Kate se sentía asustada, ¿y si no volvía? ¿Y si el Hada Azul se cobraba la vida de Garrett por haber entrado en sus dominios?
Entonces el bosque empezó a aullar, era un sonido tétrico, hacía que a Kate se le erizara el cabello. La parte temerosa de su mente la hacía pensar en el Hada Azul y en la posible muerte que se cobraría y su parte racional le decía que el sonido aullante provenía del entrechocar de las ramas.

Intentando usar la razón abandonó las ideas temerosas y optó por tranquilizarse. Garrett seguro que no tardaría en llegar, y entonces no tendría miedo.

La noche avanzaba y Katherine se sentía sola, tenía frío y temía por Garrett. ¿Dónde estaría? Y mientras Kate cavilaba, oyó unos pasos. Se giró y no vio nada. Nuevos pasos detrás de ella, Kate no sabía de donde procedían y su temor la inundó. No sabía por dónde huir no conocía el terreno, y echó a correr a través de un matorral. Las finas agujas de un pino  arañaron su piel mientras ella dejaba el lugar seguro.  Tropezó con una piedra, se giró y vio a una figura acercándose a ella. Es el Hada Azul, pensó, y mientras la figura se acercaba ella vio como flotaba.
Su mente no pudo soportarlo y se desconectó, Katherine se desmayó mientras la figura seguía acercándose.


                                               *****

Muchas gacias por seguir leyendo #Bandida, no me cansaré nunca de daroslas y gracias por darme la ilusión de seguir escribiendo...

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