martes, 18 de septiembre de 2012

Apolo y Kassia



Caminó despacio y sola por la orilla de la playa. En su mano sostenía sus sandalias, le encantaba sentir el contacto de la arena en los pies, así se mantenía más cerca de la naturaleza. Mientras el agua bañaba sus pies descalzos, su chitón ondulaba suavemente con la brisa y su cabello castaño se mantenía recogido, con un par de mechones rebeldes que caían en su espalda creando un leve tirabuzón adornándole la espalda.

Había eludido sus deberes porque se encontraba incómoda, y andando había llegado hasta la playa. Había escuchado que en aquella estación el sol proyectaba unas suaves sombras sobre la arena color rosáceo de Creta. Sonrió para sí observando aquella delicia de la naturaleza pensando en los dioses que habrían creado aquella maravilla, sólo podía ser obra del magnífico Apolo.

Durante su paseo no había mirado hacia atrás porque sabía que él le estaría siguiendo muy de cerca, y eso la inflamó de deseo. Una locura se apoderó de ella y la hizo arrojar el calzado y danzar adentrándose en el mar, que agitado, mandaba olas furiosas contra la orilla.

Unas manos fuertes la sujetaron y cesaron su baile. Cuando sus ojos se encontraron, Kassia abrió sus brazos y rodeó a Apolo apoyando su cabeza en su pecho.

-Te estaba esperando –dijo Apolo.

Y Kassia le besó, pero no sólo le besó con los labios, le besó con todo el cuerpo. Por su columna corría un relámpago de calor que le hacía hormiguear toda la piel. El tacto era casi eléctrico  y ambos se hallaban en una corriente de alta tensión.

El agua los empapaba y pegaba los ropajes a sus cuerpos. Kassia, que llevaba un chitón blanco de lino parecía estar desnuda bajo los fuertes brazos de Apolo. Su beso se hizo intenso cuando éste arrancó el lino a Kassia y ésta se apretó contra su cuerpo tocándole los cabellos y jugando con sus sedosos rizos con las manos.

Kassia sentía como su cuerpo despedía lenguas de fuego que la envolvían y que la consumían. Lentamente, Kassia puso sus manos en la nuca de él, haciendo el beso más profundo si cabe.  

Apolo la levantó cogiéndola de las nalgas y la penetró con dureza iniciando un rápido movimiento. Un gemido escapó de los labios de Kassia mientras ascendía y descendía rápidamente sobre Apolo. Las fuertes embestidas del dios hacían vibrar el mortal cuerpo de Kassia y la hacían llegar al clímax. 

Cuando sus cuerpos se separaron, Kassia sintió que perdía el apoyo de los pies y se zambulló en el agua. Cuando su cabeza emergió, se encontraba sola. La playa estaba vacía.

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