viernes, 31 de agosto de 2012

Capítulo 7: La fiesta #Bandida



 Con la herida ya curada, pudo volver a sus ocupaciones. Entre ellos acondicionar el lugar a los hombres, y como  no, cuidar de su hermana.
Ahora si sentía el peso de la mirada de la gente, el escrutinio continuo al que era sometida, el juicio que le iban imponiendo. Sacudió la sábana que llevaba entre las manos, y la extendió sobre un jergón. Los catres ya estaban listos para los hombres, pero todo hacía pensar que esa noche sería larga, las mujeres cocinaban las viandas preparándolas para el suculento festín que se convertiría en una fiesta por el regreso de los hombres.
Todos estaban contentos, todos felices, todos menos ella. A Kate le entusiasmaba la vuelta de su padre, pero eso no implicaba que fuera la última. Biggs había escapado, y en unas semanas volvería a tener a sus hombres bajo su mando, y volvería a atacar a su padre. Y aunque hoy se hubiera presentado la batalla definitiva, y Biggs hubiera caído rendido o muerto, tampoco conllevaría a la permanencia de su padre en las cuevas.
En ése lugar deshabitado, no había suficiente comida como para sobrevivir, y eso implicaría más viajes a por viandas, y más oportunidades en donde su padre se iría y arresgaría su vida.
¿Es que no podemos ser una familia normal? Siempre disparando, huyendo, robando. ¿Acaso no existía otro tipo de vida?  Y ella sabía la respuesta, no.
Para ellos no había otro tipo de vida que no fuera la de robar, ocupar cuevas que los refugiaran y la de cazar para sobrevivir. Siempre pendiendo en un hilo, siempre en el borde, siempre a punto de caer. Y se preguntaba si la demás gente no pensaba lo mismo, si nunca se había permitido pensar en que otra vida mejor era posible.

Más tarde, cenaría y bebería, y miraría a todos sintiendo que habían sido obligados a vivir una vida que nadie quisiera, que nadie hubiera deseado.

Garrett encontró a Kate y le dijo:
-Todos los catres deben de estar preparados para esta noche Kate, baja de la luna.
Y Kate se dio cuenta de que había estado ensimismada en sus pensamientos y había parado de arreglar camas.
-Si, en eso estoy, me he quedado por un momento en blanco.
Garrett se acercó a ella y le examinó las pupilas, concentrado. La proximidad de Garrett en su escrutinio la embargó, pero sentía eso siempre, y no sabía por qué.
-Puede que la herida sea más grave de lo que parezca. ¿Te sientes mareada o ves doble?
-No –le dijo y una sonrisa curvó sus labios-, nunca me había dado cuenta de que tus ojos tienen algo de verde.
Y se miraron, pero no a los ojos ni a ningún aspecto físico, sino al alma, era un vistazo más profundo.
Y se rompió la conexión mucho antes de que ninguno de los dos se diera cuenta de ella, y se separaron un poco.
-Si ves doble o te dientes mareada por el día de hoy, avísame, ¿vale?
-Sí –le dijo. Y él siguió su camino.

_____


La música sonaba, las mujeres bailaban alrededor de la hoguera, y todos se divertían. A un lado se encontraban todos los demás disfrutando de la comida, y mientras la noche pasaba, ellos se convertían en lo que hacía mover el mundo.
Un dicho indio decía que cuando el sol se ponía y la luna era la regente, se podían cumplir todos tus sueños. Para ellos se cumplía uno muy importante, estar vivos, eso era lo que les unía.

Kate daba vueltas alrededor de la hoguera, no le importaba nada más que bailar y bailar. Si por ella fuera, sólo bailaría. Y mientras que ella danzaba junto al fuego, Garrett la miraba, y no sólo la miraba, sino que también la deseaba.
La conocía de toda la vida, eran amigos y siempre había hecho todo lo que podía por protegerla, y hoy había fallado. Por su culpa Kate había estado a punto de ser secuestrada por Biggs. Había quedado como un completo inútil, pero eso no importaba nada frente al hecho de que ella estaba sana y salva.
 Kate seguía danzando, quizás a algún extraño dios indígena de la lluvia que llegara un tiempo de prosperidad y felicidad. Miró al cielo e hizo su petición, y en ese momento se trastabillaron los pies y cayó, miró hacia abajo con los brazos hacia delante para evitar el choque y unos brazos la detuvieron, antes de que acabara con la cara pegada al polvo.
-Gracias Garrett. Qué patosa soy, lo siento.
-No importa.
Y Kate le miró, y lo notó raro, por su frente surcaba una arruga distinta de las que ya conocía.
-¿Te pasa algo? Te noto raro.
-Emm –Garrett necesitaba salir de allí, los bailes de Kate habían sido demasiado evocadores, y su contacto ahora no hacía más que empeorar su estado-, tengo que irme.
Garrett se fue, y dejó a Kate muy ofendida.
Me tiene que salvar de unos bandidos y ahora no me quiere ni mirar, ni estar cerca de mí. Debe de odiarme, ha sido relegado a vigilante por mi culpa. La culpa de Kate no hacía más que intensificarse debido a la partida de Garrett. Quizá si lo sigo, me dará tiempo de hablar con él y aclarar esa cuestión, no podría vivir peleada con Garrett, era su mejor amigo. No, era más que eso, entre ellos había algo más que el simple ser amigos, y ella lo sabía. Inició su persecución en ese momento, todavía podía ver su espalda entre la gente, tendría que ir más rápido.
Se chocó con varias personas que charlaban, pidió disculpas y siguió. Ahora lo más importante era llegar hasta él.
Siguió avanzando hasta las cuevas, si conocía a Garrett, se dirigiría a su jergón. Ahora andaba sobre seguro, sabía que no le estaba permitido estar allí, pero todo el mundo se estaba divirtiendo en la fiesta, tendrían un par de horas para hablar tranquilamente.

 Cuando llegó, Garrett se estaba desvistiendo a la luz tibia de una vela, ya se había quitado la camisa y Kate podía verle la espalda. En ella estaban todas las cicatrices que Kate conocía, pequeños testigos de una vida dura.

Garrett comenzó a quitarse el cinturón, y cuando estaba a punto de quitarse los pantalones, oyó un ruidito. Se dio la vuelta y vio a Kate mirando embobada, volvió a ponerse el cinturón.
-¿Qué haces aquí? –dijo sobresaltado.
-Emm …tenía que hablar contigo –dijo Kate, obligándose a apartar su mirada del pecho de Garrett y concentrándose en su cara.
-¿Y de qué tenías que hablar? –dijo Garrett deseando terminar con eso.
-Bueno, yo… Yo quería pedirte disculpas, sé que mi comportamiento ha sido erróneo y que…
-Espera, ¿has venido para eso?
-Sí, bueno, noto que te distancias y no quiero que…
-¿Distancia? No tienes ni idea de lo que hablas.
Para Garrett, que deseaba a aquella chica, estar solos, con el medio desnudo era muy tentador, pero no se podía permitir caerle en desgracia más de lo necesario a Dilinger.
-No estoy para esto ahora, así que vete.
-Pero Garrett, no paro de pensar y siento que lo he hecho mal.
Garrett no podía creerlo, había rehuido su contacto porque no sabía si podría vivir sin él, no sabía si sería suficiente, no porque le hubiera creado enemistad con su padre.
Ella se acercó y lo cogió de los hombros.
-No me eches –dijo con una lágrima que bailaba al borde de sus párpados-, no quiero que nos peleemos.
-Katherine –dijo melancólicamente y cogiéndola de la cara-, no estoy enfadado, es sólo que…
-¿Qué?
Y acercándose, Garrett recorrió los centímetros que quedaban entre ambos, electrificando el aire de alrededor. Kate se quedó petrificada.
Los labios de Garrett se cerraron sobre los de Katherine, y ella posó sus manos sobre el pecho de él. Mientras que la lengua de Garrett penetraba en la de Kate, ella movió sus manos tanteando el pecho de Garrett, musculoso y de piel tersa. Un gemido escapó de los labios de Kate cuando Garrett apartó sus labios.
Sonrió, y volvió a besarla, pero esta vez, apasionadamente mientras ceñí a sus manos en torno a su cintura y la atraía hacia su cuerpo. Kate notó algo sobre su vientre, y su mente se hizo añicos, lo abrazó mientras sus cuerpos se inflamaban momentáneamente.

Garrett paró y se separó con mirada de culpabilidad, Kate se quedó sorprendida, sus labios le hormigueaban por la ausencia de contacto.
-Creo que debes irte ya –dijo Garrett con voz trémula.
-Pero…  -dijo Kate aturdida.
-Vete –dijo Garrett, su voz le pedía que se marchara, pero su mirada le pedía que se quedara.
Kate se giró y se marchó.
*****

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A partir de ahora la publicación de capítulos será SEMANAL, preferiblemente CADA VIERNES, eso no quita que en otros días no publique entradas con otra temática.

jueves, 30 de agosto de 2012

Capítulo 6: La culpa #Bandida



 De regreso a las cuevas fortificadas, todos permanecían en silencio, aquella “pequeña aventura”  les había costado tres hombres y la huída de Biggs.
 Kate montaba en el mismo caballo que su padre, éste había pensado que era el lugar más seguro para ella. A su lado cabalgaban el resto de sus hombres, los cuales portaban los cuerpos de los suyos.
Garrett cabalgaba cabizbajo, había recibido de lleno la furia de Dilinger y ahora le goteaba sangre de la nariz.

>>-¡Eres un completo inútil! ¿Cómo se te ocurre traer a mi hija aquí?
-No fue culpa mía, ella se escapó y yo…
Y antes de que Garrett acabara esa frase Dilinger descargó su puño contra su nariz.<<

Katherine se sentía culpable, tanto de las muertes de los hombres, como de la nariz sangrante de Garrett. Se lo había explicado a su padre, fue decisión propia. Pero su padre era terco y no atendía a razones y había degradado a Garrett a ser el vigilante de las cuevas fortificadas y de todas las mujeres y niños que allí se encontraban, dejaría de ser uno de los bandidos para ser un vigilante. Por eso cabalgaba cabizbajo, por eso estaba callado.

Cuando llegaron, las gentes los recibieron como a héroes, ellos se encargaban de conseguir dinero y comida para vivir, los consideraba héroes. Uno a uno fue ovacionado, y todos gritaron y aplaudieron su regreso.
Desmontaron y empezaron a descargar los víveres que habían conseguido. Kate fue hasta donde estaban los niños buscando a su hermana, cuando la encontró la aupó y se la llevó a su padre, que la cogió y abrazó casi con más veneración que a ella.
-Y ahora, ve a que te curen esa herida.
-No es nada papá, es solo un rasgu…
-Ve, ahora mismo –y sonó el Dilinger autoritario, -¡Garrett! –llamó-, cúrala.
Garrett, que estaba llevando a los caballos a su lugar, le cedió los estribos al primer hombre que paso, y cogió del brazo a Kate para llevarla a un sitio tranquilo donde poder curarla.
Por mucho que a Dilinger no le gustara ver a su hija con aquel hombre, no podía poner objeción, puesto que Garrett era considerado el mejor curandero. Así que los dejó un rato en paz, mientras besaba a su hija pequeña.

El camino era tenso, y ninguno de los dos hablaba, él porque el peso de la culpa impuesta no le dejaba, y ella porque el peso de la culpa autoimpuesta no se lo permitía.
Cuando llegaron a la tinaja, él la soltó y le ordenó que se sentara, ella obedeció y esperó a sentir las manos de Garrett en su herida para hablar.
-Lo siento –dijo avergonzada.
Garrett no admitió ningún sonido, ni hubo cambios en su expresión concentrada.
-Ha sido culpa mía, y lo siento, pero tenía que ir, ¿comprendes? ¡Ay!
Y Garrett sonrió.
-Si no te callas te voy a hacer daño.
Él siguió curándole la herida, cuando hubo terminado, dijo:
-Sé que creías que tenías que hacerlo –y la miró con gesto grave-, pero no debías, ya sabes que en medio de una expedición no hay cabida a un ataque de impulsividad. Nos ha costado la vida de tres hombres más, muertes que se podían haber evitado.
-Lo sé admitió tristemente Kate.
-Ahora todo el mundo se empezará a preguntar si tú vas a seguir los pasos de tu madre.
Aquellas palabras dolieron tanto a Kate, que se preguntó si Garrett no lo diría sólo para fastidiarla.
-Eso es un golpe bajo, y lo sabes.
-Sí, lo sé. Pero parece la única manera de hacerte ver la inmensidad de lo que has hecho Kate.

Todo el mundo se acordaba de lo que su madre había hecho, pero ¿por qué creían que ella seguiría sus pasos? Ella no era como su madre, jamás lo sería.
Y ahora les había dado un motivo a esos malnacidos muertos de hambre para que creyeran que estaba por la labor. Era difícil ser la hija de una traidora, y eso le pasaba factura todos los días de su vida. Cada movimiento era observado y analizado en busca de coincidencias, nunca estaba segura de dar un paso sin que nadie la juzgara. Y eso se había convertido en la gran tara de su vida, nadie le daba una oportunidad por los pecados que su madre había cometido antes de ella, y eso no era justo. No, no lo era.
En sus diecisiete años de vida había visto la tristeza de ser quien era, sin poder elegir, porque su madre había elegido por ella. Por ella y por todos.

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miércoles, 29 de agosto de 2012

Capítulo 5: Lluvia de plomo #Bandida


     Su corazón latía insistentemente, y el sonido de las pulsaciones embriagó Katherine.
-¿A quién tenemos aquí? ¡Pero si es la hija de Dillinger! –dijo el hombre armado que apuntaba a la cabeza de Kate-, ¡muchachos, acercaos!
Y de entre las ruinas de las explosiones comenzaron a salir hombres armados, algunos de ellos heridos y con vendajes. Todos se acercaron a Kate y a su captor.
-Menudo botín hemos conseguido hoy, Biggs–dijo uno de los hombres.
-Sí,  John Dillinger pagará una fortuna por recuperar a su querida hijita –y todos comenzaron a reír.
¿Pagará una fortuna? Eso significa, que mi padre está vivo, oh dios, mi padre está vivo. Y mientras pensaba en esto, una lágrima cayó de su mejilla muriendo en sus labios.
-Ya tenemos diversión para esta noche, Dean, átala.
Uno de los hombres al que le raleaba el pelo, cogió una cuerda y ató las manos y los pies de Kate. Y Katherine se dio cuenta de que estaba perdida.

 _____

Paso a paso, Garrett se fue adentrando en la negrura, no sabía lo que hacía allí, si, si lo sabía. Había seguido a Kate en una carrera que sólo podría resultar en muerte, y para colmo ahora  estaba en aquel agujero infernal, que parecía no acabarse nunca. Sus pasos eran silenciosos y cautos, cualquier movimiento podría emitir un sonido catastrófico que llevara a las piedras de su cabeza desprenderse y sepultarlo, algo que no deseaba.
De repente oyó una voz, se puso en guardia oteando el inhóspito lugar, pero la voz no procedía de dentro, si no de fuera. Le dije a Kate que no hiciera ruido. Aquella mujer los llevaría a la muerte si no estaba callada, lentamente comenzó a retroceder en busca de Kate, a medio camino se dio cuenta de que esas voces que reverberaban en el agujero eran masculinas, y avanzo más deprisa.
A l poco tiempo empezó a notar la luz que indicaba que estaba muy cerca de la boca de aquella cueva dinamitada, y los vio, contó al menos a seis hombres armados. Se refugió en un recodo de una roca saliente, y desde ahí vio como ataban a Kate, puso su arma entre ellos y él. No dejaría que se llevaran a Kate.
Cuando había tomado la resolución de disparar a discreción a los captores de Kate, vio a lo lejos un convoy, varios caballos llevaban en sus lomos a unos jinetes. Que sean de los míos, que sean de los míos, se dijo Garrett.

Los captores veían lo mismo que él y se cubrieron los unos a los otros levantando las armas, el convoy se detuvo y los jinetes comenzaron a disparar.

_____


Una, dos, tres balas, Kate perdió la cuenta. Los disparos sonaban más profundos y huecos por el efecto reverberante que producía la cueva.
Un hombre herido que caía al suelo. Su sangre derramada empezaba a encharcar la arena del suelo.
Kate, veía escena a escena cómo la lluvia de fuego derribaba a los hombres de uno y de otro bando.
-¡Cógela y llévatela, Will! –dijo el jefe de la banda, Biggs.
El aludido, cargó a Kate al hombro mientras ésta gritaba.
-¡Suéltame! ¡Déjame en paz, mugroso! ¡Te digo que me sueltes! ¡Ahhhhhh!
-¡Calla, zorra! –le dijo éste.
Y Garrett que lo estaba viendo todo, apuntó al hombre que cargaba a Kate y disparó, falló por sólo unos centímetros. El aludido giró hacia atrás y disparó con su arma sin saber siquiera de donde le venían los tiros. Garrett sonrió para sí, esta vez no fallaré, se dijo. Y no lo hizo.
El hombre recibió un balazo en el pecho, y dejó caer a Kate, que recibió un golpe tremendo en la cabeza, lo que la dejó inconsciente. Garrett volvió a apuntar hacia el mismo hombre, pero esta vez a la cabeza, y no erró, un tiro entre ceja y ceja que lo mató.

Las fuerzas de Biggs mermaban, y él veía como la banda de Dilinger se acercaba poco a poco, dejándole sin salida. Agarró un cadáver de entre sus propias filas y lo usó como escudo para salir huyendo de esa encerrona, Dilinger me las pagará caro, se dijo. Montó en el primer caballo que encontró, arrojó el cadáver al suelo y huyó como si el mismísimo diablo le persiguiera.

Ya no quedaba ningún miembro de la banda de Biggs con vida, y Garrett salió de su escondrijo y se dirigió a socorrer a Kate. Tenía una brecha en la cabeza, pero por lo demás estaba bien, el resto de hombres se acercaron mientras Garrett cortaba la cuerda con la que la habían atado.
Cogió su cantimplora y le echó agua en la cara, la cual estaba llena de polvo.
-Kate despierta, soy yo Garrett –dijo él.
Ella empezó a abrir los ojos, le dolía terriblemente la cabeza, era un dolor agudo que le martilleaba en los oídos.
-¿Qué ha pasado? –preguntó, y vio a Garrett sobre ella.
Él la miraba preocupado, su frente se llenó de arrugas, y estaba perlado de sudor. Su cabello se movía con la lenta brisa, y sus ojos habían perdido todo su color ambarino por la preocupación.
-¿Estás bien? –le dijo.
-No, me duele mucho la cabeza.
-Te has llevado un golpe muy grande, hasta estás sangrando.
Kate levanto su brazo dolorido por la atadura y se lo llevó a la cabeza, cuando hubo localizado la herida la tocó, y sintió un horrible pinchazo.
-¡Ay! –se quejó.
Garrett sonrió y la ayudó a incorporarse, allí sentada vio como los hombres se acercaban, y entre ellos, se encontraba su padre.
Intentó levantarse, y cayó desvanecida, Garrett la sujetó y la levantó, y ésta corrió hasta que encontró los brazos de su padre que la abrazaban y se aseguraban de que su hija estaba en perfectas condiciones.
-Hija, ¿estás bien? ¡Estás sangrando!
-No es nada papá –dijo ella mirando a su padre, y volvió a abrazarlo-, ¿dónde estabas? He venido a buscarte porque estaba preocupada porque no habías vuelto y nadie me decía dónde estabas.
-Tranquila, cariño. Soy demasiado listo para que los hombres de Biggs me atrapen –dijo, y le sonrió a su hija, sólo a ella.
Volvió a poner su gesto serio de siempre, y rodeó a su hija con un brazo.
-Y ahora, ¿quién me explica qué hace mi hija aquí?

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martes, 28 de agosto de 2012

Capítulo 4: El polvo del camino #Bandida


Kate espoleaba al caballo, sentía el sol sobre ella quemándole la cara, había olvidado coger un sombrero, había olvidado muchas cosas. Había olvidado la regla de oro de los bandidos, no volver sobre los pasos, JAMÁS.
Ensimismada en sus pensamientos, no percató de que alguien la seguía.

Cuando ya había cabalgado durante horas, se dio cuenta de que había recorrido ya dos tercios de la distancia. Su padre se encontraba a kilómetros del refugio, habían partido tres expediciones en busca de botines con los que poder comer, y desde entonces, sólo había regresado una expedición, y era la de los heridos, ¿dónde se encontraban las otras dos? Puede que todavía se encontraran en el fragor de la batalla, o estuvieran todos muertos o apresados. Fuera cual fuera, Kate ya se había puesto en camino, y había sellado su destino.

A escasa distancia, un jinete galopaba siguiendo a Kate, no cejó en su empeño por la distancia que lo separaba, sabía que no se detendría.

_______

En el horizonte Kate divisó un tren, un tren que había parado en medio de un paraje desierto, sin ningún lugar donde poder esconderse. Siguió avanzando, esta vez con más precaución, controlando el ruido que el caballo emitía, para no ser descubierta. Y entonces oyó un ruido de cascos, detrás de ella, que se acercaba a toda velocidad levantando el polvo del suelo.
Se giró, y sintió que su corazón se le quería salir del pecho, alguien le había seguido. Y ella no tenía armas, había sido un viaje precipitado y no había caído en la cuenta de llevar algo con lo que protegerse.
El jinete ya se estaba acercado, lo bastante cerca estaba ya como para que Kate lo reconociera.
Mierda, es Garrett.
-¿Qué haces aquí? –dijo Garrett haciéndose oír por encima de el ruido de los cascos del caballo.
-No, ¿qué haces tú aquí? –dijo Kate enfadada-, ¿por qué me has seguido?
Garrett se bajó del caballo con gesto serio, y agarró a Kate.
-¿Qué crees que estás haciendo? ¿Crees que puedes enfrentarte tú sola a una banda?
-No he venido a enfrentarme a nadie, he venido a por mi padre, y ahora ¡suéltame!
Garrett la soltó, pero le mantuvo la mirada.
-¿Dónde está?
-Vuelve a casa Kate, no tienes nada que hacer por aquí, este no es lugar para ti.
Kate no podía leer la mirada de Garrett, él lo sabía y no se lo quería decir.
-Pues si no me lo dices tú –dijo a la vez que espoleaba al caballo-, tendré que averiguarlo yo.
Y el caballo comenzó a galopar, mientras Garrett corría a su lado.
-¡Kate, baja!
Pero ella ya no lo miraba.
-¡KATE! –y cuando el caballo empezó a adelantarle, él se subió a él, justo detrás de Kate.
-¿Qué haces? –preguntó Kate a Garrett.
-Si no me vas a hacer caso, al menos iré contigo –y le arrebató el estribo.

Siguieron cabalgando un par de horas, hasta llegar al pie de la montaña, donde los esclavos chinos estaban dinamitando la montaña para hacer paso a las vías. Pero no sonaban los estruendos de la dinamita, había un silencio sepulcral. Conforme el caballo se iba acercando, Garrett iba aflojando los estribos para que el caballo fuera más lento.
-Kate, haz lo que yo diga, y sobre todo no hagas ruido, no es seguro.
Garrett confiaba en que Kate grabara esas indicaciones en su mente, pues no estaba seguro de que el lugar estuviera desierto del todo.
Bajó del caballo y ayudó a Kate a bajar, la agarró de la cara y cuando sus ojos se encontraron le dijo:
-Kate, haz lo que yo te diga.
Y ella asintió con la cabeza. Mientras Garrett sacaba su arma de la funda situada en su cadera.
-Sígueme.

Avanzaron por entre los escombros de alguna explosión, el aire levantaba el polvo del suelo y hacía lagrimear los ojos de Kate. Unos metros más allá, había varios cadáveres. Garrett ayudó a Kate a andar sobre las piedras amontonadas y siguieron avanzando.
Garrett se adelantó e inspeccionó la boca del agujero de la roca con el arma en ristre.
-Quédate aquí y no te muevas, tengo que entrar solo.
Y la dejó sola.

El sol estaba en su cenit y Kate notaba el sudor bajando por la espalda, estaba incómoda, sentía una presión en el estómago. Se giró, no había nadie, puede que el tiroteo fuera hacía horas, probablemente ya no hubiera nadie por allí, pero ella tenía una mala impresión. Pensó que estaría más segura dentro del agujero, y mirando a la espesura, comenzó a avanzar desoyendo las indicaciones de Garrett.
Dentro había más cadáveres, y uno de ellos era de su banda. Se acercó con cuidado y miró el cuerpo.
-Zack… -dijo entre dientes.
Entonces sintió una ráfaga de aire helado en la nuca y se le erizó el bello de los brazos, y casi al mismo tiempo escuchó un click y sintió un el cañón de una pistola.
Alguien se carcajeó y dijo:
-¿Qué tenemos por aquí?
*****

De nuevo dar otra vez las gracias a todos lo que seguís #Bandida, y GRACIAS  de todo corazón a @judithbelieber por sus recomendaciones a esta historia.
También podéis seguir #WhiteHorse, una novela de @judithbelieber en novelawhitehorse.blogspot.com.es/, la información también está en el apartado BLOGS QUE SIGO arriba a la derecha.

Y a los que habéis leído el capítulo, tanto éste como los anteriores y os ha gustado, puedes comentar aquí abajo!!